Rolls Royce de madera y con seis ruedas

Claro que, como te habrás dado cuenta con la foto principal de esta nota, no estamos hablando de un auto de la marca de lujo británica en sí, sino que se trata de una copia, con varias características que lo hacen muy especial.

Rolls Royce 6×6: Un invento vietnamita

El creador de este Rolls-Royce de madera no es otro que ND – Woodworking Art, especialista oriundo de Vietnam que supimos conocer en pandemia, gracias a sus réplicas detalladas de modelos como el Bugatti Chiron, la Ford F-150 Raptor y hasta un Fórmula 1.

Además de sus modelos a escala, este taller asiático supo realizar reproducciones casi a tamaño 1:1, como por ejemplo una de la Ferrari 250 GTO, en la que incluso se pueden trasladar dos pasajeros. Ahora, esta carpintería vuelve a sorprendernos, pero con la realización de un Rolls-Royce de madera ¡de seis ruedas!

Como sucedió con las creaciones anteriores, el proceso de construcción del Rolls-Royce fue íntegramente grabado y subido al canal de la carpintería en YouTube. El video, de poco más de 15 minutos de duración, muestra desde el armado del piso, hasta la fabricación y colocación del volante, el último elemento en ser puesto en su lugar.

En el audiovisual se puede ver absolutamente todo el proceso de construcción: la realización de la estructura de hierro para el piso, colocación de los ejes, la carrocería y el interior (con capacidad para dos ocupantes), por ejemplo. Lamentablemente, desde el taller no aclararon cuánto demoraron en realizar el vehículo, pero seguramente les debe haber tomado unos cuantos días.

Este extravagante Rolls-Royce es impulsado por un motor eléctrico, cuya energía se traslada a las ruedas traseras. Por otro lado, y como todo vehículo de la firma británica, no podía no tener su gran parrilla con tiras verticales, así como el Espíritu del Éxtasis, cuya creación en madera resultó toda una verdadera obra de arte.

Para mejor, este vehículo de madera funciona, tal como se ve al final del video, cuando su creador viaja con su hijo (lo subió en el asiento del acompañante, algo que nunca hay que hacer) a una florería, para después utilizar el baúl, cuyas dimensiones no están nada mal.