Tras la tensa reunión del lunes con la Presidenta, los ejecutivos de las empresas automotrices volvieron a dialogar con los ministros de Economía Axel
Tras la tensa reunión del lunes con la Presidenta, los ejecutivos de las empresas automotrices volvieron a dialogar con los ministros de Economía Axel Kicillof y la ministra de Industria Débora Giorgi.
En el encuentro se resolvió que el próximo viernes el Gobierno comenzará una serie de reuniones bilaterales con las empresas del sector para definir aspectos de la segunda parte del programa ProCreAuto, que en la Casa Rosada pretende extender hasta fin de año.
De acuerdo con fuentes oficiales, el Gobierno busca que el ProCreAuto, cuya primera etapa vence el 24 de septiembre, se prolongue por otros 90 días, aunque admitirán un ajuste en los precios de las unidades ofertadas.
Para definir los detalles y la adhesión al programa, el viernes se iniciará una «ronda empresa por empresa», donde se comenzaría a definir modelos y valores a incorporar.
El plan choca con la inclinación de los consumidores esperar el inicio de 2015 para adquirir un auto de nuevo modelo.
El encuentro que se desarrolló este miércoles fue una continuación del que el lunes encabezó la presidenta Cristina Fernández en la Casa de Gobierno y que terminó a altas horas de la noche tras reproches entre las partes por la caída de la actividad en el sector y la prolongación de la suspensión de trabajadores.
«Hoy se vivió un clima más distendido y se empezó a hablar de buscar soluciones. Fue diferente a lo del lunes donde la discusión tuvo otro tono», revelaron voceros ministeriales que participaron de la reunión que se realizó en el Salón Belgrano del Ministerio de Economía.
En tanto, Enrique Alemañy, presidente de ADEFA sostuvieron que «fue una reunión constructiva en la cual se acordó continuar trabajando en conjunto con el Gobierno en el programa ProCreAuto y otros temas de relevancia para el sector y los casos particulares de cada una de las empresas».
La conversación se extendió por espacio de 90 minutos y por parte del Poder Ejecutivo estuvieron presentes los ministros de Economía, Axel Kicillof, y de Industria, Débora Giorgi.
Junto a ellos estuvieron el viceministro de Economía, Emmanuel Agis, el secretario de Comercio, Augusto Costa y la subsecretaria de Coordinación Económica y Mejora de la Competitividad, Mariana González, según informó DyN.
Por parte del sector automotor participaron por Ford, Enrique Alemany; por FIAT, Cristiano Ratazzi; por Renault, Thierry Cascas; por Volkswagen, Joseph Fidelis Senn; por Peugeot, Luis María Ureta Sáenz Peña; por Honda, Hideki Kaniyama; por Toyota, Daniel Herrero; por General Motors, Isela Costantini; por Mercedes Benz, Joachim Maier; por Iveco, Natale Rigano y por Scania, César Luis Ramírez Rojas.
El punto central en cuestión es la disponibilidad de dólares para pagar las importaciones. Cristina les dijo que no habrá dólares para pagar los autos que importen, que las divisas que haya se usarán para pagar las piezas importadas. «Vamos a privilegiar la industria y la mano de obra argentina», les dijo.
«Durante 10 años les dimos todo, ahora tienen que ayudar», fue el planteo de la Presidenta. Les dijo que tenían que pedir a sus casas matrices que no sólo refinancien los u$s2.500 millones de deuda que ya acumulan, sino las futuras compras de unidades.
«Cuando tuvieron problemas acá, nosotros los ayudamos», les manifestó, refiriéndose a los créditos que el Gobierno le dio a la filial local de General Motors.
El cruce principal fue con Cristiano Rattazzi, de Fiat. Cristina le cuestionó un formulario en el que pedían opinión a los concesionarios de si querían seguir o no con el ProCreAuto. Según Cristina, era un «boicot». Ratazzi lo negó y dijo que era sólo una consulta.
La continuidad de ProCreAuto
Más allá de los temas centrales que preocupan a las empresas, como el dólar, la extensión del plan oficial es fundamental, teniendo en cuenta que el mismo finaliza el 24 de septiembre y no hay mucho tiempo para debates. Aunque la continuidad es prácticamente un hecho.
El plan fue anunciado hace unos meses como una oportunidad «inédita» para el sector. Sin embargo, lejos estuvo de mover la aguja de ventas como pensaba el Ejecutivo. De hecho, en vez de acercar a las partes las dejó en medio de un fuego cruzado de acusaciones y denuncias.
Así, en voz baja, las marcas se oponen a mantener los precios sugeridos por mucho tiempo más, teniendo en cuenta que la inflación no se detiene y los costos del sector se encarecen.
Estas cuestiones no hacen más que endurecer el clima de negociación entre el Gobierno y esta rama de actividad, que no pasa por su mejor momento. Nunca antes este sector, clave para la economía nacional y que hasta 2013 llegó a explicar casi el 50% del crecimiento industrial, se había enfrentado en tan duros términos con el Ejecutivo.
Desde el Gobierno le han lanzado munición gruesa a los directivos de las principales marcas, a quienes acusaron de estar «encanutando» vehículos, de boicotear el plan ProCreAuto y hasta de realizar maniobras ilegales con las importaciones para sacar dólares del país.
Para costear la extensión del plan, según señalaron fuentes oficiales a iProfesional, el Gobierno evalúa habilitar a cada terminal unos u$s200 millones al tipo de cambio oficial cada mes, hasta diciembre, para pueda financiar los pagos a sus casas matrices. Como contrapartida, deberá comprometerse a reducir las suspensiones y a no destruir puestos de trabajo.
El problema, claro, es qué sucederá con las compras que se realizan por fuera del ProCreAuto y con la enorme deuda que contrajeron las terminales. Cabe recordar que el Banco Central mantiene «pisadas» importaciones ya realizadas de vehículos y autopartes por un monto estimado de u$s2.500 millones.
Es decir: compras principalmente hechas a Brasil que no pudieron ser canceladas porque la entidad que conduce Juan Carlos Fábrega nunca les habilitó los dólares para ser girados.
Esta deuda que mantienen hoy con casas matrices y, en menor medida, con proveedores autopartistas del exterior, amenaza con convertirse en una «bomba cambiaria», dado que fueron compras realizadas a un tipo de cambio de $8,30 promedio para fabricar autos que ya se vendieron o se van a comercializar en algunos meses y en pesos.
Así las cosas, cualquier alza del dólar podría significar un importante descalce para cualquiera de estas empresas.
FUENTE: IPROFESIONAL.COM 10/09/2014