Crece la tensión con Brasil por el futuro del sector automotor

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Crece la tensión con Brasil por el futuro del sector automotor

Falta apenas una semana para la cumbre del Mercosur, que se llevará a cabo en Montevideo. Pero los funcionarios argentinos y brasileños no logra

Falta apenas una semana para la cumbre del Mercosur, que se llevará a cabo en Montevideo. Pero los funcionarios argentinos y brasileños no lograron, todavía, encarrilar las negociaciones por el acuerdo sobre la industria automotriz.

El jueves, en el ministerio brasileño de Desarrollo e Industria (MDIC) estaban convencidos de que difícilmente las presidentas Cristina Kirchner y Dilma Rousseff lleguen a anunciar un nuevo régimen. Es una mirada totalmente distinta a la que expresan los funcionarios argentinos. En Buenos Aires se asegura que sí se llegará a una posición consensuada entre ambos países.

Según los técnicos brasileños, «lo más probable es que continúe el libre comercio» en el sector. Ante la ausencia de una prórroga del pacto automotor que rigió desde 2008, y venció el lunes pasado, estos días el intercambio de autopartes quedó absolutamente liberado.

La secretaria de Comercio del MDIC, Tatiana Prazeres, juzga que «esto no traerá desequilibrios» entre los dos países. Para ella, las inversiones de las empresas multinacionales ya fueron hechas y eso garantizaría «per se» que no haya impacto en el intercambio sectorial.

No es lo que piensa el sector privado argentino que insiste en la urgencia de establecer reglas, al estilo de las que han existido desde 1995 hasta ahora, cuando diversos convenios bilaterales regularon el comercio.

Aun cuando no existan impuestos aduaneros para el sector, todos estos años estuvieron en vigor normas que establecían una proporción entre lo que cada país exporta e importa, tanto en autopiezas como en vehículos terminados. En la jerga empresarial y gubernamental, ese mecanismo se llama «flex» y fijaba que por cada dólar importado por Argentina, las empresas debían exportar a Brasil al menos 2,5 dólares.

En el caso brasileño, se había acordado que por cada dólar importado por la Argentina, las terminales de ese país debían aceptar partes argentinas por 1,95 dólares.

Esta diferencia, que benefició comercialmente a los argentinos, fue acordada precisamente para que hubiera un equilibrio en la realización de inversiones por parte de las grandes fábricas a uno y otro lado de la frontera.

Las montadoras instaladas en territorio brasileño concuerdan con la tesis del MDIC: «No habrá por el momento ningún impacto en el intercambio». Sin embargo, del lado de Argentina hay preocupación. Entienden que pasado cierto tiempo empezarán a sentirse los desajustes en la balanza comercial sectorial. Hoy, la balanza automotriz significa para la argentina un déficit de u$s7.000 millones.

En ese caso, de no existir un nuevo régimen, la Casa Rosada debería echar mano a nuevas barreras para contener la importación. Es justamente lo que pretenden evitar en Brasil, a toda costa. En prevención de la tendencia argentina a obstaculizar el comercio bilateral, Dilma Rousseff propuso durante su visita a Buenos Aires a fines de abril, establecer un mecanismo de negociación global de todas las cuestiones bilaterales.

«La cuestión es tratar de todo al mismo tiempo, no resolver cada cosa por separado» dijo a esta corresponsal una fuente acreditada del entorno de Rousseff.

 FUENTE: IPROFESIONAL.COM  05/07/2013