El sector automotriz, lejos de una crisis terminal

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El sector automotriz, lejos de una crisis terminal

Cuando se analiza una situación económica de cualquier índole es imprescindible aclarar sobre qué bases se está emprendiendo el análisis. Esta precauc

Cuando se analiza una situación económica de cualquier índole es imprescindible aclarar sobre qué bases se está emprendiendo el análisis. Esta precaución es mucho más pertinente a la hora de hacer una evaluación de un sector clave de la economía, tal como lo es el de la industria automotriz argentina. De lo contrario, si no se especifica desde dónde parte el examen que se está realizando, los resultados que se presentan -por más detallados que se expongan- pierden a la comparación como elemento central de cualquier tipo de estudio.

Nos parece que describir a la situación que transita el sector automotriz como atravesada por uno de los contextos más críticos que se pueden dar, o narrar la actualidad de modo tal que las personas ajenas al tema terminen concluyendo que «la situación es insostenible», es una afirmación que no se condice con la realidad.

Para despejar estos escenarios apocalípticos, es interesante observar los datos elaborados por agentes que intervienen en el sector. Así, cuando observamos los informes de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA) disponibles en internet, podemos aseverar que lejos estamos de encontrarnos ante un tsunami sectorial. Las principales empresas automotrices instaladas en el país se jactan de llevar producidas más de 522.000 unidades en lo que va de 2014. Motivo de orgullo para la industria, que en el año 2003 tuvo una producción de 136.804 unidades, valores que reflejan un incremento del 282 % en poco más de una década. Cualquier observador puede resaltar que no está mal incrementar este porcentaje de la capacidad productiva en tan corto período de tiempo.

También son alentadores los números que remiten a las ventas a concesionarios: sabemos que no estaría completo el cuadro sin el área de comercialización del sector automotriz. Allí, los números son significativos. Las ventas a los agentes comerciales alcanzan las 519.672 unidades en lo que va del año y, más interesante aun, este número de ventas está muy por encima de las 119.061 unidades adquiridas por los concesionarios en el año 2003.

Si incluimos a las exportaciones en el análisis, notamos una tendencia positiva para el sector. Según los datos de ADEFA, en el tiempo transcurrido de 2014 las unidades vendidas al exterior se incrementaron en un 219% respecto al año 2003. Nadie nos tildaría de necios -y mucho menos admitir que ADEFA se empecina en contribuir en la invención de un «relato»- si sostenemos que, en la década que estamos analizando, la industria automotriz ha ganado mucho más de lo que percibía hace tan sólo 11 años.

Además, es interesante agregar el contexto internacional mediante la evolución del PBI. Según datos del FMI y el Banco Mundial, observamos que, luego de 2008, la economía regional ha manifestado una caída abrupta en su ritmo de crecimiento. Esta circunstancia se evidencia en Brasil, nuestro principal socio comercial. Desde el año 2011, el PBI del país vecino se contrajo casi el 1% de su tamaño. En este sentido, debemos destacar que más del 80% de nuestras exportaciones del sector automotriz tienen como destino la economía brasilera. Ante este contexto internacional, con un marcado desaceleramiento de las principales economías del planeta y de Brasil particularmente, se plantean dos líneas de análisis.

Una hipótesis podría plantear que, debido a los malos manejos de la política económica del gobierno -en este análisis caben el «destrato» y «los malos modos» por parte del equipo económico, y la «crispación» que genera un poder ejecutivo «cerrado al diálogo»- se generó una (tenue) caída del crecimiento del sector automotriz. Desde esta perspectiva, los desatinos en materia económica no sólo impactan negativamente en el leve crecimiento de la economía, sino que, los desmanejos serían de tal envergadura, que las consecuencias del «modelo» económico argentino estarían causando una retracción en el país vecino, y el mal clima de negocios irradia al sistema económico global. Una segunda hipótesis (creemos que más atinada) puede ser que la crisis que comenzó en 2008 con el estallido de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, y se propagó por todo el planeta, influye negativamente en el crecimiento de la economía local, como se nota en la desaceleración del sector automotriz.

Una vez más, lo que demuestran los datos de ADEFA, el FMI, y el BM, es que en una década el sector creció un 282%. En todo caso, lo que podemos afirmar es que ante la contracción de la economía a escala global, el Estado Nacional toma medidas contra cíclicas para que el sector siga produciendo, y las unidades que se realizan, si bien no son depositadas ahora en nuestro principal socio comercial, con el ProCreAuto se intenta apuntalar al sector, canalizando en el mercado interno los bienes producidos. Claro que esta lectura tiene una valorización positiva de las medidas económicas, es una mirada que no se interesa por «las formas», ni se «crispa» por la falta de diálogo. Es sólo un análisis que toma los resultados políticos de las medidas económicas del kirchnerismo durante la última década
FUENTE: AMBITO.COM.AR 02/12/2014