Ricardo es un verdadero apasionado de los autos de época. Le gustan los de alta gama, de la década de los '60 y '70. Hace siete años compró un Porsc
Ricardo es un verdadero apasionado de los autos de época. Le gustan los de alta gama, de la década de los ’60 y ’70.
Hace siete años compró un Porsche 1972 a u$s20.000. Cuatro años después, apareció un coleccionista más fanático y se lo pagó 70.000 dólares.
Así, establecerle precio a un clásico es prácticamente imposible y el valor es tan personal que se puede defender más allá de la lógica.
Lo cierto es que en Argentina existe un amplio número de coleccionistas, que se contactan por la nostalgia que trae algún buen recuerdo, y se identifican en el afán de tener aquel modelo que marcó un momento de sus vidas.
Alec Daly, presidente del Club de Automóviles Clásicos, explicó que muchos de los que se inician en este hobby lo hacen porque añoran tener el coche de cuando eran chicos, o aquel modelo con el que aprendieron a manejar, entre tantas otras historias que llevan a sumarse a este fanatismo.
De esta forma, la actividad que empezó a tomar fuerza en la Argentina de los ’90 -cuando había poco más de tres clubes de marcas- tiene hoy un total de 40 entidades que agrupan a los diferentes protagonistas de este mercado.
Así se reinventan
Un clásico no es cualquier vehículo pasado de moda, que algún fanático se le ocurrió restaurar, sino que hay algunas condiciones que debe cumplimentar para que sea catalogado como tal.
Entre las condiciones más importantes se destacan que la unidad debe tener más de 30 años de antigüedad, que permanezca lo más fiel posible a su estado original y que no sea de uso diario.
Además, aunque detrás de cada auto hay muchos sentimientos, los fanáticos no desconocen que, actualmente, este rubro se convirtió en un buen negocio.
«No estamos ajenos a la revalorización de los modelos de época, es algo que está pasando en todo el mundo y es una cuestión de oferta y demanda, que también sucede en la Argentina», explicó Daly.
De esta manera, muchos coleccionistas lo comparan con cualquier inversión en un bien tangible, que puede ser desde una obra de arte hasta una propiedad, pero que hoy tomó más protagonismo gracias a una mayor cantidad de interesados que quieren hacerse de algún modelo exclusivo.
«La gente invierte en productos tangibles y la ventaja del auto es que se puede compartir», definió Daly.
En cuanto a los precios, los fanáticos son muy reacios a hablar de este tema y prácticamente se niegan a dar valores. Prefieren el «off the record» y que las operaciones de compraventa permanezcan en el ámbito privado.
Sin embargo, explican que el mercado tiene dos segmentos muy definidos, vinculados con los vehículos de alta gama y los llamados autos masivos.
El primero es de los grandes coleccionistas, que son muy pocos y que pagan entre u$s150.000 y hasta u$s500.000 por un modelo.
Por otro lado, están quienes disponen de menos dinero, muchos de los que se agrupan en nuevos clubes, y cuyas operaciones no superan los u$s20.000. En general, muchos de ellos se las «ingenian», recurren a artesanos de barrio, mecánicos amigos y le ponen mucha mano de obra «casera» para que no se eleven los costos.
Emilio Heymans, especialista de la revista Autos de Epoca, explicó con ejemplos las vertientes. «No hay valores para un auto de más de 30 o 40 años. No es lo mismo un modelo de 1934, como una Bugatti, que un BMW de 1981, que es de gran producción y hay valores referenciales. En el primer caso el comprador hace que se pague según el deseo».
Desde el sector también aclaran que «si bien los clásicos se están revalorizando mucho, no es un tema lineal. Además en la Argentina es diferente al resto del mundo porque no hay remates, donde si trascienden los valores y se generan las grandes transacciones».
Según los expertos, es después de esos grandes remates cuando se realizan ajustes de precios y se cotizan más las unidades que fueron de tal o cual dueño, o que tuvieron una determinada trayectoria. Por ahora, en el país, eso no sucede.
Los más buscados
Los modelos más valorados dentro del mercado de clásicos son aquellos que se fabricaron en menor cantidad, que son más exclusivos. «Son la figurita difícil que todo coleccionista quiere tener», comentan los especialistas.
Otros vehículos que son muy valorados son los que participaron de alguna carrera, ya que tienen un mayor valor histórico.
Luego se ubican los tradicionales, y algunos con un gran valor emocional por ser considerados «nacionales», aunque no se hayan producido en el país. Desde un Ford Falcón o Torino hasta un Fiat 600 o 128, Daly asegura que todos forman parte del coleccionismo porque significan algo para el propietario.
«Esto se ve reflejado en AutoClásica, el evento más grande de Sudamérica, donde se reúnen los vehículos de época y se puede ver una gran cantidad de exponentes».
La valoración también depende del momento en que se empieza a coleccionar.
Así, en la Argentina, los más jóvenes gustan de los coches americanos, muchos de los modelos que vieron en las películas de la década de los 70. Algunos de los preferidos son el Ford Mustang y el Chevrolet Corvette.
Después se encuentran los fanáticos de los modelos de los ’60. En este caso prevalecen los deportivos europeos, algunos exclusivos que lideraron las grandes carreras de esta época, donde también aparecen nacionales.
Y un grupo más limitado reúne a los amantes de los autos de la Belle Epoque francesa, que llegaron al país en los años 30.
«Hoy comprar algunos modelos es una inversión. Por ejemplo, un Alfa Romeo Bertone sería un excelente negocio», dijo un fanático del coleccionismo.
Cristian Bertschi, consultor especializado en vehículos de época, también destaca algunos modelos que llegaron a la Argentina en la pre y post guerra Mundial.
«Fueron momentos en los que inmigraron algunos extranjeros con mucha plata, que traían sus autos para movilizarse y quedaron en el país. La tendencia más notable fue entre los ’20 y los ’50, y esos modelos tomaron mucho valor hacia la década de los ’70 y ’80», explicó Bertschi.
Algunos de los destacados son la Ferrari 375, de la cual hubo tres unidades, o el Alfa Romeo 8c 2900, del cual hubo solo cinco.
También en la época de Perón se «importaron» pilotos italianos junto a sus autos.
Entre los más masivos, tomaron mucho protagonismo modelos como el Peugeot 404 y 403, o un viejo Ford T. Son vehículos que se revalorizaron a partir de la organización del gran premio histórico por parte del Automóvil Club Argentino, que ya va por la undécima edición.
Por último, los expertos no desconocen aquellos que lo hacen por moda, o porque es un símbolo de status. En estos casos no hay un modelo preferido, sino que buscan que cumplan con las características para que sea un auténtico clásico.
Restauración y puesta a punto
El negocio de los autos clásicos no es para ansiosos. Desde la búsqueda de la unidad que tenga «algo diferente» hasta su puesta a punto, todo requiere de tiempo y dedicación.
Además cualquier auto, por más viejo que sea, no puede categorizarse como clásico. Necesita tener casi todas las piezas originales, desde lo mecánico hasta lo estético. Y si esto no es factible, hay que asegurarse que se conseguirán los respuestos más fieles a los originales.
Luego se debe encontrar el «restaurador» indicado, un verdadero artesano de la industria. Son personas dispuestas a recomponer la unidad como si fuera una obra de arte, cuidando detalles y manteniendo el estado de la unidad tal como salió de fábrica.
Una vez lograda la recomposición, que puede llevar meses, el vehículo está listo para la exposición o comercialización, si ese es el fin.
AutoClásica, la exposición de autos de época más grande de la región, es un marco ideal para ello. En el hipódromo de San Isidro, donde se realiza, se reúnen todos los representantes de este mercado, con el objetivo de lucir sus productos y, al mismo tiempo, poder cerrar un buen negocio.
FUENTE: IPROFESIONAL.COM 10/10/2013