La presión impositiva que pesa sobre los vehículos no es ninguna novedad. Es bien sabido que, desde que un auto deja la fábrica o baja del barco, hast
La presión impositiva que pesa sobre los vehículos no es ninguna novedad. Es bien sabido que, desde que un auto deja la fábrica o baja del barco, hasta que llega a las manos del flamante propietario, lo hace con una bonita carga de impuestos. Y hasta aquí sólo estamos hablando de los costos que pagamos al concesionario vendedor, ¿pero qué sucede con lo que dejamos en el Registro Automotor?
La Dirección Nacional de los Registros Nacionales de la Propiedad del Automotor y Créditos Prendarios (DNRPA), dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, se encarga de fijar los aranceles correspondientes a la inscripción inicial, la transferencia, la certificación de firmas, la expedición del título, entre un total de 140 aranceles diferentes. Hasta aquí hablamos sobre lo que se lleva el Estado nacional a grandes rasgos.
Las provincias argentinas se llevan otra generosa tajada: el Impuesto de Sellos. Se trata de un impuesto de alcance provincial, que afecta a las escrituras públicas o instrumentos por los que se otorga posesión o transfiere dominio sobre bienes muebles e inmuebles y casi cualquier acto oneroso. En el caso de los vehículos, el agente de recaudación son los Registros Automotores, cuando lo patentamos o transferimos. Es fácil detectarlo porque en el recibo es el ítem que puede llegar a triplicar el valor final del trámite.
El federalismo de nuestro país permite que cada provincia tenga su propio código fiscal, por lo que cada gobierno provincial legisla y fija las alícuotas del Impuesto de Sellos. No es lo mismo transferir o patentar un vehículo en Corrientes que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Simplemente, basta con echarle una rápida mirada a los mapas que están más abajo en esta nota.
El trámite más común en los registros seccionales es el de transferencia de dominio. Tomemos como ejemplo una Toyota Hilux 4X4 CS DX 2.5 TDI (2011), una herramienta de trabajo con diez años de antigüedad y una valuación fiscal de 1.080.000 pesos según la DNRPA. Los aranceles para transferirla cuestan unos 19.000 pesos, aproximadamente. A eso sumémosle los impuestos de sellos: en San Luis debemos adicionar 5.400 pesos, ya que se tributa una alícuota del 0,5%, ascendiendo el costo total del trámite a algo menos de 25.000 pesos.
En cambio, si la transferencia se realiza en la provincia de Buenos Aires, donde la alícuota es del 3%, el impuesto de sellos será de 32.400 pesos y abonaremos aproximadamente 52.000 en total.
Lo mismo sucede con las inscripciones iníciales. En esta oportunidad tomaremos otro de los vehículos nacionales más vendidos en el país: Fiat Cronos Drive 1.3 (2021), con una valuación fiscal de 1.273.000 pesos. Por la inscripción inicial nos cobrarán unos 22.000 pesos y si lo hacemos en Mendoza abonaremos 50.920 pesos por impuesto de sellos, ya que la alícuota en esa provincia es del 4%, rondando el total en 73.000 pesos (sin contar otros menesteres como grabado de autopartes, proporcional del impuesto automotor patentes y el aire de las ruedas, rozaremos los 100.000 mil pesos). Una ganga.
Mejor patentémoslo en Santiago del Estero, que allí la alícuota es del 0% y sólo abonaremos los 22.000 pesos iníciales y el impuesto automotor será más benévolo.
Cada provincia tiene su ley y en este sentido todas se manejan de distinta manera. Como curiosidad, en Córdoba abonaremos un 3% de alícuota para inscribir un vehículo, pero si es de fabricación Mercosur se reduce al 1.5%. Chubut nos cobrará un 2% de impuesto de sellos por patentar el vehículo sin importar su origen, pero si es híbrido será un 0.5% y si es eléctrico mejor aún: 0.2%. Otras “castigan” a quienes adquieran fuera de la provincia, duplicando la alícuota o cobran una si es que antes no lo hacían.
Esto último tiene un porqué: para evadir impuestos, muchos compran un vehículo y lo radican en otras provincias y así pagan sumas ínfimas por patentes. El caso más común es de los autos de lujo y el amparo bajo la “Guarda habitual”, donde el titular registral tiene un domicilio determinado, pero el auto se encuentra físicamente en otro lado.
Hoy en día el consumidor debe considerar los gastos en el registro seccional como un costo más a la hora de adquirir un vehículo. Sólo nos salvaremos del impuesto de sellos si el auto supera los 30 años de antigüedad y no tributa siquiera de forma de municipal. También uno puede negarse a pagar el impuesto y manifestarlo por escrito. Eso sí, después hay que bancarse al fisco provincial y posiblemente al nacional, exigiendo el respectivo pago y -ya que está husmeando en las cuentas- un poco más.
Otra opción es comprarse una bicicleta: es más económica, más amigable con el ambiente y no paga patentes.
FUENTE; AUTOBLOG.COM.AR 02/02/2021